"Mis padres vivían en un barrio del norte de Madrid que se llamaba Mirasierra. El propio nombre daba la garantía. Te asomabas por la ventana y veías las montañas. Un día, comenzaron a construir más allá y ya nunca más las vimos pero nadie les devolvió a mis padres el plus que pagaron por que su piso tuviera vistas a la sierra. Tampoco nadie se preocupó de cambiarle el nombre al barrio, de ponerle, por ejemplo, MirólaSierra, es más, muchos años después, tuvieron la indecencia de hacer una parada de metro y llamarla Mirasierra. Y nadie se ha quejado. Así que, un invierno, de pequeño, cuando me asomé por la ventana y ya no se veían las cumbres nevadas, me sentí impotente y le pregunté a mi madre por qué mi padre había permitido que construyeran un edificio justo delante del nuestro. Porque, para mí, nosotros éramos el centro de todo. Los niños de clase media deberían crecer aprendiendo que no son importantes, que sus padres no son importantes y que el amor que se tienen no les salvará de nada."

Jesús Rubio Gamo