ahora que no somos demasiado viejos todavía Llevo ya varios años dándole vueltas: todavía no soy demasiado viejo para empezarlo todo de nuevo. Todavía estoy a tiempo de cambiar de opinión, de mudarme de ciudad o de irme a un pueblo abandonado, de cortar con mi pareja, de inseminarme, de dejar de imaginar, de construir sobre lo que hay, de cambiarme de sexo, de meterme en política, de hacerme ecologista, de continuar creyendo que seré capaz de todo, de seguir drogado cada noche, de quemar la vida rápido o de pensar en un buen plan B para soportar el miedo que me causa imaginarme viejo, rodeado de todos mis amigos viejos, todos solos sin ningún sitio a donde ir, recordando aquellos días en los que solíamos ocupar el centro de la juventud, con nuestros androides plateados hechos añicos, nosotros, que inventamos el poliamor.